martes, 29 de junio de 2010

Los onironautas

A veces
pasamos demasiado tiempo
sin pisar tierra,
lejos del tráfico mineral
y de sus narcóticas horas,
tan quietas como una mancha en la pared.

Se disuelven gestos y días
y nuestras emociones vagan
sobre la superficie siempre tenue del mar;
y en cada ola,
en la inconsistencia de la espuma,
surge un recuerdo.
Y en cada recuerdo un sabor.

Y naufragamos sin remedio
en este zumo llamado realidad,
al intentar aferrarnos
a nosotros mismos
como a los mástiles que no hemos sabido encontrar.

Y las noches de calma chicha
hablamos
como si nada hubiera sucedido
como si se pudiera vencer la jornada,
marineros en un mar
sin puertos a los que arribar.
Pero ni soplando entre todos
conseguiremos imitar al viento.

Un año sin ver tierra,
ebrio de mar y de sal.
Soy cautivo de todas las sirenas
que me ha tocado pescar.