martes, 29 de junio de 2010

Los onironautas

A veces
pasamos demasiado tiempo
sin pisar tierra,
lejos del tráfico mineral
y de sus narcóticas horas,
tan quietas como una mancha en la pared.

Se disuelven gestos y días
y nuestras emociones vagan
sobre la superficie siempre tenue del mar;
y en cada ola,
en la inconsistencia de la espuma,
surge un recuerdo.
Y en cada recuerdo un sabor.

Y naufragamos sin remedio
en este zumo llamado realidad,
al intentar aferrarnos
a nosotros mismos
como a los mástiles que no hemos sabido encontrar.

Y las noches de calma chicha
hablamos
como si nada hubiera sucedido
como si se pudiera vencer la jornada,
marineros en un mar
sin puertos a los que arribar.
Pero ni soplando entre todos
conseguiremos imitar al viento.

Un año sin ver tierra,
ebrio de mar y de sal.
Soy cautivo de todas las sirenas
que me ha tocado pescar.

sábado, 27 de marzo de 2010

Onironaútica (Poema final curso poesía)

I. El Despertar



(¿Dónde estábamos antes de nacer?)



Siempre se muere una primera vez.
Y es como el primer amor,
que nunca más se olvida.

Luego acudirán otras,
un rosario de piel abandonada
hasta perder la cuenta,
hasta hacer de la muerte algo común,
como un semáforo o un enfado.

Urge encontrar entre lo cotidiano la sombra
de árboles y mitos,
gritar en los acantilados
los nombres de todos nuestros sueños.

Como muertos que en metro se desplazan
así también mis egos,
día tras noche,
en perfecto desorden
por el andén de las horas lectivas.

Carraspean las horas
al despertar en rebajas:
cada día pasa más rápido
y cada muerte es más efímera.



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II. La Navegación


(Sueña la piedra dormida
con el molino
donde se quiebran los sueños
de tanto trigo).

Hay quién busca en los sueños
el significado que no encuentra en su vida.
Hay quien hasta escudriña los bostezos
como si arcanos faros
y abre puertas
–pero cierra pasos.

Mar sin orillas.
Yo sigo acercándome
-al acecho de las horas claras-
bajo las ramas de la encina sagrada
a dormir el sueño eterno de las piedras
abrazando las dos orillas.

Y cada muerte es como un pequeño sueño.


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III. La Búsqueda

Feromonas, ¡oh, santas feromonas!
Como ángeles certeros,
vestís de mensajes sin botella el aire.
(el cielo se cubre de lanzas y sombreros).

Y siempre arriba a buen puerto,
ésa letal melodía de notas
inaudibles –salvo para el animal
que viste nuestras almas.

Y ya no dejarás de buscarlo
toda la vida después,
una vez y otra,
como un perro
que se acerca a husmear en cada encrucijada del camino.
Y hasta puede que ronronees al encontrar
la magdalena,
o la sal de la tierra.

Se encenderán tus cilios
con el soma y el néctar
al libar entre los pliegues
de las orquídeas sabrosas
en tu renacer caníbal.

Yo huelo a corteza mojada.
A hueso de melocotón.
Y, a veces, a delfín varado
sobre la playa.


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IV. La sextante

“Tú eres eso”.

Hay frases que se instalan
como muebles en nuestra memoria
Desde allí vuelven y revuelven
-–pegadizas melodías–
con la inconstancia de las olas
y la certeza de las mareas.

Uno es uno, pero también es
los otros.
Uno es tigre, roca, mar,
arma y herida.
Viento, caza, corrida.
El árbol y la semilla.
Amante y criminal
Principio y fin
Poeta y charlatán.

Todo nos es cercano.
Todo,
menos el entendimiento,
que sigue muy lejos,
entre las ramas,
allá arriba, tan adentro…




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IV. Derrotero

El tiempo,
horizonte
sin espejos, sin sinónimos;
una sucesión de eventos únicos,
de BigBangs pasajeros,
que confundimos con sus metáforas
hasta vestirlo a precio de oro.

con ese metal
adornamos nuestras muñecas,
encadenando lo cotidiano
al vaivén de la bolsa
donde cotizan nuesrtas vidas
y nuestras horas como mercancías.

El tiempo es ese peinado nuestro de cada día.
Horizonte caníbal,
que siempre devora a sus hijos:
solo nos queda disimular
cual perséfones ante nuestros telares.

El sepukku de nuestras células
es la respuesta certera a su tedioso embiste.
Solo la muerte nos libera del él, y acaso…

Asi yo me entretengo
uniendo los dos extremos del Universo.
Lo que tarde, supongo,
será problema mío…



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V. Bitácora

Descubrir, bajo el óxido
de tanta palabra gastada,
el brillo oblicuo y cegador
de una metáfora sublime
en la calma chicha de los mares cercanos…

Es
como desincrustar moluscos
entre ola y ola.
Arriesgar mano y mente
palpando a ciegas por los rincones hostiles,
en los pliegues sombríos,
donde no alcanza la luz ni la vista,
y sin la seguridad de una perla
esperándonos al final del frío.

No hay espejos en casa.
Pero en cuanto cruzo la puerta,
todas las superficies me reflejan
y se proyecta mi vida como en un lienzo
esbozado por una mano amiga
–que nunca deja firma
y que casi siempre
habla en otro idioma.


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VI. La Bandera

En toda agenda emocional
hay amores en minúscula y plural:
jirones de sensaciones y sentimientos pectorales,
rocío para los deshidratados egos.

Hay amores suspiro,
ideales para las grandes superficies,
inmateriales y efímeros
como pompas de jabón made in china,
sueños de plástico brillante y malva
que nunca debieron salir de las pantallas.

Mas algunos arañan;
aunque muy pocos
nos desplazarán la yugular
y aun menos,
nos ayudarán a desaparecer.

Y luego está el Amor,
mayúsculo y singular,
como un gigantesco mar silencioso
en el que quizás nos bañemos alguna vez,
y que sabe a la sopita de enfermo
que suele hacer mi madre.

yo me cuadro cuando sin yo estar
se me arrebata el espíritu al oír llover
o cuando se pierde mi ánimo
con una nube
o cuando me despierto
en los brazos de una guepardo..

Cuando la estalactita
se une a la estalagmita,
cien mil años suspiran de alegría.



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VII. El Mástil

Como una arruga que surge en el asfalto
plantado en medio de la acera
el árbol del Orín se alza entre los mundos.
Sobre sus pocas ramas cagan
palomas e urracas,
y en sus menos hojas
se ha instalado el tabaquismo.

Como un gigantesco bronquio gris
tiene sueños de enfermo.
Y sueña con el árbol de Uppsala
y con el Fresno de Gwiddyonil
que batalló en primera fila
durante la guerra de los Árboles.

Porque él se sabe de otra estirpe:
sus raíces se enroscan en lo más profundo
y sus dedos acarician el aire y recogen el sol,
aunque los perros no sepan de Historia.

Y sabe que,
plantado entre las fauces del dragón,
y atravesando como una lanza las nueve tierras
se alza el Árbol de la Vida
(Árbol que no nació de semilla).
En su camino de vuelta hacia la nada
-de la que nunca surgió-
se yergue como un puente entre los tres mundos.
Y todos sus nombres son uno
Yggdrisil, Bodhi , Baha’u’llah..

De sus ramas cuelgan los hombres
como si frutos
Y bajo su copa se cobijan
planetas y astros

Yo hurgué en sus profundas raíces
Guiado por un llanto
Hasta encontrar al niño dorado.
Arañé la tierra con mis dedos
Como con un arado.

Y la Humanidad va conmigo
mientras trepo a buscar el melocotón sagrado
¡Oh, Isis!, ¡Oh Wanda!, ¡Oh Odín…!


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VIII Llegada a puerto



Una noche por fin
dejaré las gafas sobre la mesa,
me quitaré el sombrero,
me estiraré en el lecho
vestidito de blanco.
Me afeitaré el cuerpo y
lo ungiré con aceites;
luego,
aquietaré el latido
entregaré mi alma
y apagaré la vela.

Sin contrastes
Sin formas
Sin palabras.
Dejar las ramas para
volver a la semilla.
Mi ser reabsorbido
en la pura potencialidad.

Ser el no-Ser.
Eso sí que tiene su qué…

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Y no lo digo sólo yo!

La nariz

Aquí, sí, pulcritud de pulcritudes,
perfil al vuelo afin, nivel de ardides,
estás, oh mariposa que divides
cielos de nieve y rosas de laúdes.

Oh cuán lírica maga de altitudes
que fiel de reinas majestades mides,
oh muda augusta, en soledad, que impides
junto a ti, rosa impar, similitudes.

¡Ay, primorosa reina de jazmines
entre dos verdes fuegos encumbrada
a ser espada-atril de serafines,

símbolo de existir, nota encarnada,
la breve humana majestad defines,
dije de orgullo con revés de nada!

Francisco Pino

lunes, 7 de diciembre de 2009

Metapoesía


Ej9poesía


Hoy no oí llover
Ni llorar a las tejas
ni me visitaron los hados
No me cantó la musa
Ni me silbó el ruiseñor desde la ventana
las respuestas como ayer.

Y me quedé sin dormir
Pensando en dónde carajo
Habitarán los versos
Antes de venir aquí.

Me he enamorado del espacio incierto
donde flotan las rimas propias y ajenas.
En ese paraíso del verso perfecto
En donde se cuece lo eterno
Cerca de lo terreno
Quisiera vivir.

Antes de ser poeta
Quisiera ser poema
Pero antes de ser poema
Quisiera no ser nada
Apagar hasta la música
para quedarme por fin
a solas sin mí.

Ejercicio de descripción


A ver si adivinás con qué me identifico aquí...


Supremo holgazán
Disfrazado de alfombra
Pasos de terciopelo
Que no oye la selva

El cazador sin sombra
Amas el juego
Y devoras la suerte

Solitario poeta
Dador de muerte
Rey de la jungla
Emperador de los gatos

¿Quién puede presenciar tu baile
Sin sucumbir a tu arte?

Tontiloco


En éste intentábamos salirnos del registro casi siempre quejumbroso de los escritores nóveles y encontrar el efecto en la chanza, la alegría, la sorpresa. Notaréis que los versos son parísilabos....



Cosmicidad


Mirad
Los negros agujeros
Devoradores de hombres y galaxias
De estrellas, montes, mares,
Pozo de ricos y de pobres

Hoyos
Por dónde el propio Cosmos
Tira de la cadena
Engullendo todo
Lo que parió la diosa Hera

Huecos
En los que cabe este mundo entero
Planetas, lunas, satélites,
Tu honor, tu casa, tu salario,
Y todo lo creado
Desde el Lunes hasta el Sábado

Grietas
Como la que guarda Lucy en la entrepierna
Caverna llena de tesoros
Barranco de paredes tiernas
Y gruta en la que olvido
todos mis cósmicos decoros.

El extraño

Aquí se trataba de describir una foto de un banco solitario en un parque hecha con infrarojos, creo:



El extraño



Bajo un oscuro cielo
Descansa sobre sus cuatro patas
Un banco de madera y hierro
De los de antes

Como perros que perdieron su manada
Se acercan los árboles
Para oler al intruso.

Tiene un sabor a sepia
A blanco y negro oxidado
A noche americana.

En esta mañana alquímica
Iluminada por la explosión atómica
La ausencia es la única invitada.
No se oyen los pájaros
Ni se regala nada.
Nadie quiere testigos,
No hay promesas,
Y son falsas las sombras.

Jardin sin flores,
Hasta la esperanza huye
La yerma espera.