Sepukku
“Con un kimono
de sombríos colores
Llega el invierno”
Amaterasu depositó el pincel sobre la pequeña mesa lacada de rojo que sostenía el lienzo, y suspiró. Luego, tomó el escrito y lo rompió en cien pedazos. A su alrededor seguían cayendo los pétalos del cerezo avezados por la brisa como nieve morada, hasta casi cubrir sus pequeñas extremidades. La sombra de una nube cruzó veloz, y fue como si una oscura mano acariciase el jardín durante unos instantes. Pensó en Ishiguro, y en cómo había tenido la delicadeza de ocultar su deshonor ante el maestro Okinawa. Su mano se deslizó bajo la seda hasta reconocer su frío destino. Fue muy rápida.
El viento cobró protagonismo; una repentina ráfaga se llevó los pedazos del haikú que acababa de componer. Amaterasu los miró mientras desaparecían, confundidos con los rosados pétalos hacia el oscuro bosque, y sonrió por primera vez en mucho tiempo.
Tiempo
Hace 14 años